No importa si hay cientos de seres sumergidos en la más densa ignorancia. Aquel que vimos ayer se halla en la tierra: su presencia es suficiente para saber que llegará un día en el que la oscuridad se transformará en luz, un día en el cual, en verdad, su reino se establecerá en la Tierra. Lo que Sri Aurobindo representa en la historia del mundo no es una enseñanza, ni siquiera una revelación, es una acción decisiva y directa del Supremo.
Sri Aurobindo ha venido aquí a decirnos: «No es necesario dejar la tierra para encontrar la Verdad, no es necesario abandonar la vida para encontrar el alma, no hay que abandonar el mundo o poseer sólo unas creencias limitadas para tener una relación con el Divino. El Divino está en todas partes, en todas las cosas y, si está oculto, es porque no nos tomamos la molestia de descubrirlo».
La Madre
Todo aquel que desee cambiar la naturaleza de la tierra debe aceptarla plenamente con el fin de cambiarla. Cito un poema mío no publicado:
Aquel que traerá los cielos aquí
Debe descender al barro
Y soportar la carga de la naturaleza terrestre Y recorrer el sendero espinoso.
*
No sentía necesidad espiritual alguna, pero desarrollé la espiritualidad. Era incapaz de entender la metafísica, y me convertí en filósofo. Carecía de visión para la pintura, gracias al Yoga desarrollé esta cualidad. Transformé mi naturaleza de lo que ya era hacia aquello que no era. Lo hice de una manera especial, no mediante milagros, y lo hice para mostrar lo que podía hacerse y cómo podía hacerse. No lo hice a partir de una necesidad personal o por un milagro sin mediar proceso alguno. Afirmo que, de no ser así, el Yoga es inútil y mi vida ha sido un error –un mero fallo absurdo de la Naturaleza sin sentido ni consecuencias. Todos tendéis a pensar que para mí es un gran cumplido afirmar que lo que yo he hecho no tiene significado alguno para nadie excepto para mí mismo. Es la crítica más feroz que podéis realizar acerca de mi trabajo. No lo hice por mí mismo, si por mí mismo os referís al Aurobindo que yo era. Él lo hizo con la ayuda de Khrisna y la Shakti Divina. Tuve, también, ayudas de origen humano.
*
No sé nada sobre Avatares. Prácticamente lo que sé es que al principio no poseía todos los poderes necesarios. Los desarrollé a través del Yoga, al menos muchos de ellos que no tenía en mis inicios, y aquellos poderes que sí poseía los tuve que practicar a un nivel más elevado. Mi idea sobre este asunto es que la vida y las acciones del Avatar no son milagros. Si lo fueran, su existencia sería perfectamente inútil, un fenómeno superfluo de la naturaleza. El Avatar acepta las condiciones terrestres, utiliza sus medios, muestra el camino a la humanidad a la vez que le presta su ayuda. En caso contrario, ¿qué sentido tendría el Avatar y por qué está aquí?
*
¿Acaso creéis que yo (no me refiero a la Madre) no he padecido jamás duda o desesperanza, ataque alguno de esta clase? He soportado cada ataque que los seres humanos han soportado, en caso contrario no podría asegurar a nadie: «Esto también puede ser conquistado». Al menos no tendría derecho a afirmarlo. Vuestra psicología es terriblemente rígida. Os repito, el Divino, cuando soporta la carga de la naturaleza terrestre, lo hace en su totalidad, de una manera sincera y sin trucos o pretensiones. Si posee algo más allá de él mismo, algo que emerge siempre de lo más oculto, es lo mismo en esencia –aunque en mayor grado–, que aquello que se halla en vuestro ser interior; el único objetivo es provocar este despertar. El ser psíquico realiza lo mismo en todos aquellos llamados al camino espiritual; los hombres no necesariamente han de ser seres extraordinarios para seguir este camino. Ése es el error que estáis cometiendo, insistir en la grandeza como si sólo los grandes seres pudieran ser espirituales.
*
Señalaba que en lo esencial todas las cosas son posibles; así pues no afirméis que el Divino no puede realizar ésta o cualquier otra cosa. Pero, al mismo tiempo, indicaba también que el Divino no tiene porqué mostrar su omnipotencia sin ritmo o razón cuando trabaja por su propia voluntad bajo ciertas condiciones. Al argumentar que el Divino no puede, que es impotente, que no puede realizar aquello que no ha sido realizado con anterioridad, etc., estáis rechazando la posibilidad de cambiar las cosas y, en consecuencia, negáis la evolución, la realización de lo irrealizable, la acción del Poder Divino, de la Gracia Divina, y lo reducís todo a un status quo rígido e inalterable que no deja de ser un desafío insolente a ambos, al hecho y a la razón y a la supra- razón. ¿Lo entendéis ahora? En lo que respecta a mí y a la Madre, algunas personas afirman: «Si el Supramental desciende, ¿es posible que descienda en cualquier persona?, ¿por qué habría de suceder primero en ellos?, ¿por qué no lo obtenemos nosotros antes que ellos? Y, ¿por qué no a través de ellos?». Parece muy racional y lógico; todo muy discutible. El problema radica en que este razonamiento ignora las condiciones, asume de una manera ridícula que cualquier persona puede hacer descender el Supramental en sí mismo sin tener el más mínimo conocimiento de lo que significa el Supramental y presupone que ha de haber un milagro transformador –todo aquel que lo intente está destinado al fracaso más terrible–, tal y como ha sucedido con todos los que lo han intentado anteriormente. Es similar a creer que sin guía alguna podemos alcanzar la cima de la montaña, siguiendo sólo el estrecho sendero desde el filo del precipicio y lanzándonos simplemente al vacío. El resultado es inevitable.
*
No tengo intención alguna de alcanzar la Supermente sólo para mí mismo. No hago nada para mí mismo, ya que carezco de necesidades personales, ni de salvación (Moksha) ni de supramentalización. Si busco la supramentalización es por su necesidad para la consciencia de la tierra y si previamente no se realiza en mí, no podrá realizarse en otros. Mi supramentalización no es más que una llave para abrir las puertas del Supramental a la consciencia de la tierra; si se realizase sólo para mi propio beneficio, sería algo perfectamente inútil. Ello no significa que cuando alcance el Supramental, todo el mundo lo pueda alcanzar. Otros alcanzarán el Supra- mental cuando estén preparados, aunque, naturalmente, el logro en mí mismo será para ellos una gran ayuda en la consecución de este objetivo. Es, así pues, lícito tener una aspiración hacia este fin, siempre que:
1. No se trate sólo de una cuestión demasiado personal o egoísta o se caiga en una aspiración nietzscheana o cualquier pretensión de convertirse en un superhombre.
2. Se esté preparado para sufrir las condiciones y estadios necesarios en la consecución del objetivo.
3. Se sea sincero y esto se contemple como una parte de la búsqueda del Divino y la culminación consecuente de la Voluntad Divina en uno, y sólo se busque la realización de esta voluntad, cualquiera que ésta sea: la psiquización, espiritualización o supramentalización. Esto será considerado como la culminación del trabajo divino en el mundo, no como un logro o una oportunidad personal.
*
No me siento decepcionado por todo lo que está sucediendo, ya que sé y lo he experimentado cientos de veces, que más allá de la más profun- da oscuridad existe para aquel que es un instrumento del divino, la luz de la victoria de Dios. No he poseído nunca una voluntad constante y fuerte para que algo sucediera en el mundo –no me refiero a cuestiones personales–, me refiero a acontecimientos que al final no llegaron a ocurrir, incluso después de demoras, derrotas o desastres. Hubo un tiempo en el cual Hitler se proclamaba victorioso por doquier y parecía que el yugo negro del Asura se imponía en el mundo entero; no obstante, ¿dónde se halla Hitler ahora?, ¿dónde está su mandato? Berlín y Nuremberg han señalado el final de este horrible capítulo en la historia de la humanidad. Otras sombras amenazan con atormentar o incluso aniquilar a la humanidad, pero también éstas desaparecerán tal y como ha sucedido con esa horrible pesadilla. No puedo escribir más extensamente en esta carta todo aquello que justifica mi confianza, quizás algún día podré hacerlo.
*
Habéis expresado en una de vuestras cartas un sentimiento acerca de la oscuridad actual del mundo que nos rodea, ésta debe haber sido una de las razones por lo que vuestro ser está tan consternado e incapaz de rechazar el ataque. En lo que a mí respecta, las condiciones oscuras no me desalientan ni me convencen de la futilidad de mi voluntad de «ayudar al mundo», ya sabía que debían llegar; estaban allá, en la naturaleza del mundo y debían salir a la superficie para que se agotasen o se eliminasen y para que pudiera emerger un nuevo mundo libre de todo esto. Después de todo, todo aquello que se realiza en el ámbito exterior ayuda o prepara para que puedan realizarse cambios en el ámbito interior. Por ejemplo, India es libre y su libertad era necesaria si debía realizarse la Labor Divina. Las dificulta- des en las que está sumergida y que durante un tiempo todavía se incrementarán, especialmente en lo que respecta al conflicto con Pakistán, eran hechos que debían acontecer y resolverse. Aquí también habrá una completa transformación, aunque desgraciadamente es inevitable que este proceso conlleve un gran sufrimiento humano. Más tarde, el trabajo para que se realice la voluntad divina se tornará más factible y es posible que el sueño –si es que de un sueño se trata– de guiar al mundo hacia la luz espiritual pueda incluso convertirse en una realidad. Por lo tanto, no estoy dispuesto –ni siquiera en estas oscuras condiciones– a considerar que mi voluntad a ayudar al mundo está condenada al fracaso.