La Madre, Mirra Alfassa, nació en París el 21 de febrero de 1878. Alumna de la famosa Academia de Arte Julian, se convirtió en una artista consumada y también destacó como pianista y escritora. Interesada en el ocultismo, visitó Tlemcen, Argelia, en 1905 y 1906 para estudiar con el adepto Max Theon y su esposa. Sin embargo, su principal interés era el desarrollo espiritual. En París, fundó un grupo de buscadores espirituales y dio charlas a diversos grupos.
En 1914, la Madre viajó a Pondicherry para reunirse con Sri Aurobindo, a quien reconoció de inmediato como a aquel que durante muchos años había guiado su desarrollo espiritual. Tras una estancia de once meses, se vio obligada a regresar a Francia debido al estallido de la Primera Guerra Mundial. Un año después, viajó a Japón por un período de cuatro años.
En abril de 1920, la Madre se reunió con Sri Aurobindo en Pondicherry. Cuando se fundó el Ashram Sri Aurobindo en noviembre de 1926, Sri Aurobindo confió toda su responsabilidad material y espiritual a la Madre. Bajo su guía, que se prolongó durante casi cincuenta años, el Ashram se convirtió en una gran comunidad espiritual multifacética. En 1952, fundó el Centro Internacional de Educación Sri Aurobindo y, en 1968, un municipio internacional, Auroville.
La Madre falleció el 17 de noviembre de 1973.
Desde el principio de la tierra, dónde y cuándo había la posibilidad de manifestar un rayo de Consciencia, allí estaba yo.
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Cuando era una niña, sobre los trece años y durante el espacio de un año, cada noche, tan pronto como me iba a la cama, tenía la sensación de salir de mi cuerpo, me elevaba por encima de mi casa, después por encima de la ciudad, me elevaba a una gran altura. Me veía a mí misma vestida con unos ropajes dorados espléndidos que sobrepasaban mi cuerpo y, al elevarme, la ropa se alargaba, expandiéndose en un círculo a mi alrededor hasta formar un inmenso techo por encima de la ciudad. Entonces veía como por todos lados aparecían hombres, mujeres, niños, ancianos, personas enfermas, personas desgraciadas; se agrupaban bajo el manto desplegado, implorando ayuda, relatando sus desgracias, sus sufrimientos, su dolor. En respuesta a esto, el manto flexible y vivo les envolvía individualmente y, tan pronto como tocaban el manto, se sentían consolados o curados, y volvían a sus cuerpos más felices y más fuertes que antes. Nada me parecía más hermoso, nada me hacía más feliz, todas las actividades del día me parecían aburridas y faltas de color, sin vida verdadera, en comparación con esta actividad de la noche que para mí significaba la verdadera vida. A menudo, al elevarme, veía a mi izquierda un hombre anciano, silencioso e inmóvil que me miraba con un afecto benefactor y me estimulaba con su presencia. Este anciano, vestido con largos ropajes de un sombrío violeta era la personificación –lo supe más tarde– de aquél que llamamos el Hombre de las Aflicciones.
Ahora, la experiencia profunda, la casi inefable realidad se traduce en mi cerebro en otros conceptos que definiría de esta manera:
Muchas veces a lo largo del día y de la noche, me parece que yo, es decir, mi consciencia está completamente concentrada en mi corazón, que ya no es un órgano, ni siquiera un sentimiento, sino que es el Amor divino, impersonal, eterno; siendo yo este Amor, me siento a mí misma viviendo en el centro de todo, por encima de la tierra y al mismo tiempo siento que abrazo con brazos infinitos, inmensos, y enlazo con una ternura sin límites a todos los seres que se agrupan, se juntan y aglutinan alrededor de mi pecho, más vasto que el universo… las palabras parecen pobres y torpes. Oh Maestro divino, las traducciones mentales son siempre tan infantiles… Pero mi aspiración por Ti es permanente, y la verdad es que con gran asiduidad eres Tú y sólo Tú quien vive en mi cuerpo, un instrumento imperfecto de tu manifestación.
Sean todos los seres felices en la paz de tu iluminación.
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Es mi deseo señalar este día ya que se ha realizado un deseo largamente anhelado; convertirme en ciudadana india. La primera vez que llegué a la India, en 1914, sentí que la India era mi verdadero país, el país de mi alma y mi espíritu. Había tomado la decisión de llevar a cabo este deseo tan pronto como la India alcanzase su libertad. Sin embargo, tuve que esperar más tiempo debido a mi gran responsabilidad en el Ashram, aquí en Pondicherry. Ahora ha llegado el momento en que puedo declararme ciudadana india.
Sin embargo, de acuerdo con el ideal de Sri Aurobindo, mi objetivo es mostrar que la verdad está en la unión antes que en la división. Rechazar una nacionalidad para obtener otra no es la mejor solución. Así pues, espero que se me permita adoptar la doble nacionalidad, es decir, continuar siendo francesa mientras me convierto en ciudadana india.
Soy francesa por nacimiento y por la educación recibida durante mi infancia. Me siento india por elección y preferencia. No existe antagonismo alguno entre las dos opciones en mi conciencia; al contrario, ambas elecciones se combinan a la perfección y se complementan mutuamente. Sé también que puedo ser útil por igual a ambas opciones, ya que mi único objetivo en la vida es dar una forma concreta a las extraordinarias enseñanzas de Sri Aurobindo; en sus enseñanzas revela que todas las naciones son en esencia una, cuya misión es expresar la Unidad Divina en la tierra a través de una diversidad organizada y armoniosa.
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Cuando en vuestro corazón y pensamiento no hagáis ya diferencia alguna entre Sri Aurobindo y yo, cuando el hecho de pensar en Sri Aurobindo signifique pensar en mí y el pensar en mí comporte inevitablemente pensar en Sri Aurobindo, cuando el ver a uno signifique ineludiblemente ver al otro –como uno y la misma Persona–, entonces sabréis que empezáis a abriros a la consciencia y a la fuerza supramentales.
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Sin Él no existo Sin mí, Él no se manifiesta
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En un principio no había Ashram, apenas unos pocos vinieron a vivir cerca de Sri Aurobindo y a practicar Yoga. Sólo un tiempo después del regreso de la Madre del Japón, este lugar tomo la forma de un Ashram, y fue más por el deseo de los sadhakas que anhelaban consagrar su vida entera – interior y exterior – a la Madre que por una voluntad o propósito de la Madre o de Sri Aurobindo.
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Estoy contigo porque yo soy tú o tú eres yo.
Estoy contigo; esta frase significa una multitud de cosas, estoy contigo en todos los niveles, en todos los planos, desde la consciencia suprema hasta el plano más físico. Aquí en Pondicherry, no es posible respirar sin respirar mi consciencia. Mi consciencia llena la atmósfera casi de una manera material, en el físico sutil. A más distancia, mi consciencia se puede sentir en el vital material, después en el plano mental y en otros planos más elevados, por doquier. Cuando llegué aquí por primera vez, sentí la atmósfera de Sri Aurobindo, la sentí de una manera material, se percibía a una distancia de diez millas, diez millas náuticas, no me refiero a kilómetros. Fue algo repentino, muy concreto, era una atmósfera pura, luminosa, clara, tan luminosa que te elevaba a las alturas. Hace ya mucho tiempo que Sri Aurobindo puso este recordatorio por todos conocido, está en todos los lugares del Ashram: «Comportaos siempre como si la Madre os estuviera observando, ya que en verdad ella está siempre presente». No es una mera frase, no son simples palabras, es un hecho. Estoy con vosotros de una manera muy concreta y aquellos poseedores de una visión sutil pueden, en verdad, verme.
Mi Fuerza está siempre presente, trabajando de una manera permanente, cambiando los elementos psicológicos de vuestra naturaleza para situarlos en nuevas relaciones, definiendo para vosotros las diferentes facetas de vuestra naturaleza con el fin de que podáis ver todo aquello que debe de ser cambiado, desarrollado, rechazado.
No obstante, dejando esto aparte, existe un vínculo personal especial entre vosotros y yo, entre todos aquellos que siguen a Sri Aurobindo y mis enseñanzas, está claro que aquí la distancia no cuenta, podéis estar en Francia, en la otra punta del mundo o en Pondicherry, el vínculo existe siempre, verdadero y vivo. Y cada vez que llega una llamada, cada vez que necesito saber algo con el fin de enviar una fuerza, una inspiración, una protección o cualquier otra acción, de repente siento algo parecido a la llegada de un mensaje y realizo todo lo necesario. Es evidente que estas comunicaciones llegan a cada momento, y debéis haberme visto más de una vez detenerme de repente en medio de una frase o de alguna labor; esto es debido a que recibo algo, una comunicación, y, en ese momento, me concentro.
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Existe algo que es más que un vínculo; se trata de una emanación de mí misma con todos aquellos que he aceptado como discípulos, con todos aquellos a los cuales he dicho «sí». Esta emanación me advierte siempre que sea necesario y me pone al corriente de lo que está sucediendo. En verdad recibo señales de una manera constante, sin embargo no están todas grabadas en mi memoria activa, sino estaría desbordada; la consciencia física actúa como un filtro. Las cosas se guardan en un plano sutil, están allá en un estado latente, algo parecido a una pieza de música que se ha grabado sin ser interpretada. Cuando necesito saber algo con mi consciencia física, realizo el contacto con el plano físico sutil y el disco empieza a girar. Entonces veo cómo son las cosas, su desarrollo en el tiempo, el resultado presente.
Y si por una razón u otra me escribís pidiéndome ayuda y os respondo «Estoy con vosotros», esto significa que la comunicación con vosotros se torna activa, llegáis hasta mi consciencia activa durante un tiempo, durante el tiempo necesario.
Y este vínculo entre vosotros y yo no se rompe nunca. Hay gente que ha abandonado el Ashram hace mucho tiempo, algunos en un estado de sublevación, y, sin embargo, continúo teniendo noticias de ellos, les asisto. Nunca os abandono.
De hecho, me siento responsable de todos, incluso de aquellos que he conocido durante tan sólo un segundo en mi vida.
Ahora bien, tened siempre presente que Sri Aurobindo y yo somos uno y una misma consciencia, somos uno y una misma persona. Únicamente en el momento en que esta fuerza o esta presencia –lo que viene a ser lo mismo– pasa a través de vuestra consciencia individual, adopta entonces una forma, una apariencia que cambia dependiendo de vuestro temperamento, vuestra aspiración, vuestras necesidades, la transformación específica de vuestro ser. Vuestra consciencia individual actúa como un filtro, un puntero –si se me permite la expresión–, vuestra consciencia hace una elección, selecciona una posibilidad del infinito de posibilidades divinas. En realidad, el Divino concede a cada individuo exactamente aquello que se espera de Él. Si creéis que el Divino es distante y cruel, Él será distante y cruel, ya que será necesario sentir la ira de Dios para vuestro bien supremo. Será Kali para los adoradores de Kali, y la bienaventuranza para el Bhakta. Y será el Conocimiento Supremo para los buscadores del conocimiento, el impersonal trascendente para los ilusionistas; Será ateo con el ateo y amor con el amante. Será fraternal y cercano, un amigo siempre fiel, siempre dispuesto a socorrer a aquellos que le sientan como su guía interior en cada movimiento, en cada momento. Y si creéis que todo lo puede borrar, Él erradicará todas vuestras faltas, todos vuestros errores, sin descanso, y en cada instante podréis sentir su Infinita Gracia. El Divino es, en verdad, todo aquello que, en vuestra más íntima y profunda aspiración, esperáis de Él.
Y cuando ahondáis en esta consciencia donde es posible ver todo, con una sola mirada, veis la infinita multitud de relaciones entre el Divino y los hombres, percibís lo maravilloso que es todo esto, en los más mínimos detalles. Podéis observar la historia de la humanidad y ver cómo y cuánto el Divino ha evolucionado a medida que los hombres han comprendido, deseado, esperado, soñado, y cómo Él ha sido materialista con los materialistas y cómo crece cada día y se torna más cercano, más luminoso a medida que la consciencia humana se expande. Todos elegimos con libertad. La perfección de esta variedad interminable de relaciones del hombre con Dios a través de la historia del mundo es una maravilla indescriptible. Y todo esto no es más que un segundo de la manifestación plena del Divino. El divino está con vosotros según el grado de vuestra aspiración. Es evidente que esto no significa que se doblegue a los caprichos de vuestra naturaleza exterior, aquí me refiero a la verdad de vuestro ser. Y, sin embargo, Él se adapta, a veces, a vuestras aspiraciones externas y si, tal y como hacen algunos devotos, vivís alternativamente en la separación y la unión, el éxtasis y la desesperanza, el Divino también se separará y se unirá a vosotros, según vuestras creencias. La actitud es, así pues, muy importante, 43 incluso la actitud externa. La gente no sabe cuán importante es la fe, la fe es un milagro, un creador de milagros. Si deseáis elevaros y ser atraídos hacia el Divino, Él os alzará y Él estará allí, cerca, muy próximo, cada vez más cercano, por siempre más cercano.
SRI AUROBINDO SOBRE LA MADRE
La consciencia de la Madre y la mía son lo mismo, la Divina Consciencia en dos, ya que así es necesario para el juego divino. Nada puede hacerse sin su conocimiento y fuerza, sin su consciencia, si alguien verdaderamente siente su consciencia, debe saber que yo estoy detrás de ésta y si siente mi consciencia, está sintiendo la de ella. Si se produjera una separación –dejo aparte los rodeos que algunas mentes ponen de una manera insistente en estas cosas–, ¿cómo podría establecerse la Verdad?, ya que para la Verdad no existen tales separaciones.
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La consciencia de la Madre es la consciencia divina y la Luz que proviene de ésta es la fuerza de la Verdad divina. Aquél que reciba y acepte y viva en la luz de la Madre, empezará a ver la verdad en todos los planos; el mental, el vital, el físico. Rechazará todo aquello que no es divino, lo antidivino es la falsedad, la ignorancia, el error de las fuerzas oscuras, lo antidivino es todo lo que es oscuro y rechaza aceptar la Verdad divina, su luz y su fuerza. Lo antidivino, así pues, es todo aquello que se muestra reacio a aceptar la luz y la fuerza de la Madre. Por esta razón siempre os digo que os mantengáis en contacto con la Madre y con su Luz y su Fuerza, sólo de esta manera podréis salir de esta confusión y oscuridad y recibir la Verdad que proviene de lo más alto. Cuando hablamos de la Luz de la Madre o de mi Luz en un sentido especial, hablamos de una acción oculta especial, hablamos de ciertas luces que provienen de la Supermente. En esta acción, la luz de la Madre es la Luz Blanca que purifica, ilumina, hace descender la esencia completa y el poder de la Verdad y logra que la transformación sea posible. Sin embargo, toda luz surgida de arriba, desde la Verdad divina más elevada es la Luz de la Madre.
No existe diferencia entre el camino de la Madre y el mío; tenemos y hemos tenido siempre el mismo camino, el camino que conduce al cambio supramental y la realización divina; no sólo al final, pero desde el principio los caminos han sido idénticos…
Tened en cuenta que la fuerza y luz de la Madre son la fuerza y luz de la Verdad; permaneced siempre en contacto con la fuerza y la luz de la Madre, sólo entonces podréis crecer en la Verdad divina.
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La luz azul celeste es mi luz, la luz blanca es la luz de la Madre (a veces también es dorada). En general, la gente ve la luz blanca o ambas; el blanco y azul celeste a su alrededor.
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En la vida espiritual o yóguica los antecedentes de una persona son de escasa importancia; hemos de ver sus logros espirituales. La Madre ya hacía Yoga cuando conoció a Sri Aurobindo; sus caminos la sâdhanâ, aunque de una manera independiente, seguían la misma dirección. Cuando se conocieron, se ayudaron mutuamente a perfeccionar la sâdhanâ. Lo que conocemos como el Yoga de Sri Aurobindo es la creación conjunta de Sri Aurobindo y la Madre; están ahora completamente identificados; la Madre realiza la sâdhanâ en el Ashram y gestiona y dispone todo de una manera directa; Sri Aurobindo la asiste sin mostrar su presencia. Todos los que vienen aquí a practicar Yoga tienen que entregarse a la Madre; ella les asiste en todo momento y les ayuda a desarrollar y fortalecer sus vidas espirituales.
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En lo que respecta a la Madre y a mí, hemos tenido que probar todos los caminos, seguir todos los métodos, superar multitud de dificultades, soportar una carga mucho más pesada que la vuestra o la de cualquier otra persona en el Ashram o fuera de éste, sobrellevar condiciones muy difíciles, combatir en batallas, soportar heridas, atravesar pantanos, desiertos y bosques impenetrables, conquistar masas hostiles –un trabajo que, estoy seguro, no ha sido realizado anteriormente–. Ya que el Guía del Camino en un trabajo como el nuestro debe no sólo hacer descender, encarnar y representar al Divino, sino también representar el elemento ascendente en la humanidad y soportar la carga de la humanidad en su máxima experiencia, no en un mero juego de Lila, sino en su más cruda realidad, con todos los obstáculos, dificultades, resistencias, que frenan y dificultan la labor lentamente victoriosa y posible en el Sendero.
Sin embargo, no es necesario ni tolerable que esto deba repetirse una y otra vez en la experiencia de otros. La razón por la que podemos mostrar el camino más recto y fácil a los otros es porque ya hemos tenido la experiencia completa. Sólo es necesario que otros deseen emprender este camino. Es debido a nuestra experiencia ganada a un enorme coste que podemos impulsaros a vosotros y a todos los demás. «Adoptad la actitud psíquica, seguid el sendero recto de luz, con el Divino abierta o veladamente sosteniéndoos, si es de una manera velada, él ya se mostrará a su debido tiempo. No insistáis en la trayectoria difícil, tergiversada, con obstáculos y terriblemente ardua».