¿Cuándo y cómo tomé consciencia de la misión que debía cumplir en la Tierra? ¿Y cuándo y cómo conocí a Sri Aurobindo?

Me has hecho estas dos preguntas y te prometí una breve respuesta.

En cuanto al conocimiento de la misión, es difícil decir cuándo me llegó. Es como si hubiera nacido con ella, y con el desarrollo de mi mente y mi cerebro, la precisión y la plenitud de esta conciencia también crecieron.

Entre los 11 y los 13 años, una serie de experiencias psíquicas y espirituales me revelaron no solo la existencia de Dios, sino también la posibilidad del hombre de unirse con Él, de realizarlo integralmente en conciencia y acción, de manifestarlo en la Tierra en una vida divina. Esto, junto con una disciplina práctica para su cumplimiento, me fue impartido durante el sueño corporal por varios maestros, algunos de los cuales conocí posteriormente en el plano físico.

Más tarde, a medida que avanzaba mi desarrollo interior y exterior, la relación espiritual y psíquica con uno de estos seres se hizo cada vez más clara y frecuente; Aunque en aquel entonces conocía poco las filosofías y religiones indias, me indujo a llamarlo Krishna, y desde entonces supe que era con él (a quien sabía que algún día encontraría en la tierra) con quien se realizaría la obra divina.

En el año 1910, mi esposo llegó solo a Pondicherry, donde, en circunstancias muy interesantes y peculiares, conoció a Sri Aurobindo. Desde entonces, ambos anhelamos fervientemente regresar a la India, el país que siempre había considerado mi verdadera patria. Y en 1914, esta alegría nos fue concedida.

En cuanto vi a Sri Aurobindo, reconocí en él al ser tan conocido al que solía llamar Krishna… Y esto basta para explicar por qué estoy plenamente convencida de que mi lugar y mi obra están cerca de él, en la India.

Del Volumen 13, Palabras de la Madre, pág. 38 Pondicherry, 1920)

 

SRI AUROBINDO ACERCA DE LA MADRE

El Divino adopta una apariencia de humanidad, asume la naturaleza humana exterior con el fin de señalar el camino y mostrarlo a la humanidad, pero no por eso deja de ser el Divino. Es una manifestación lo que tiene lugar, una manifestación de una consciencia divina progresiva, no es un ser humano convirtiéndose en divino. La Madre estaba, en su interior, por encima de lo humano incluso durante su infancia. Así el punto de vista asumido por algunos es erróneo.

*
La Madre viene con el fin de hacer descender el Supramental y es este descenso lo que hace que su plena manifestación aquí sea posible. 

*
La Madre Divina es la Consciencia y Fuerza del Divino; es la Madre de todas las cosas. 

*
Existe una Fuerza divina que actúa en el universo y en el individuo y que también se halla más allá del individuo y del universo. La Madre representa todo eso, pero ella trabaja aquí, en el cuerpo, para hacer descender algo todavía no expresado en este mundo material y con el fin de transformar la vida aquí. Así pues, debéis considerar a la Madre como la Divina Shakti trabajando para este fin. Ella es esto en el cuerpo, pero en su consciencia integral se identifica también con todos los otros aspectos del Divino. 

*
Es la labor del Poder Cósmico mantener el cosmos y la ley del cosmos. La transformación más elevada proviene del Trascendente, más allá del universal, y es la encarnación de la Madre que pone en acción esta Gracia trascendente. 

Los cuatro poderes de la Madre son cuatro de sus personalidades sobresalientes, las partes y encarnaciones de su divinidad a través de las cuales ella actúa en sus criaturas, ordena y armoniza sus creaciones en sus mundos y dirige el trabajo de sus miles de fuerzas. La Madre es una, pero se presenta ante nosotros en sus diferentes aspectos: muchos son sus poderes y personalidades, muchos sus emanaciones y Vibhutis realizando su labor en el universo. Aquella que adoramos como La Madre es la Fuerza Consciente divina que domina toda existencia, una y sin embargo tantas; todo es su manifestación, resulta imposible seguir su movimiento incluso a la mente más rápida o a la inteligencia más vasta y libre. La Madre es la consciencia y fuerza del Supremo y está más allá de todas sus creaciones. No obstante, algo de su modo de actuar puede verse y sentirse a través de sus encarnaciones, tanto más aprehensible cuanto más definido y concreto es el temperamento y la acción de sus formas divinas en las que consiente manifestarse a sus criaturas. 

Hay tres maneras de ser de la Madre de las que podéis ser conscientes al establecer la unidad con la Fuerza Consciente que nos sostiene y sostiene al universo. Transcendente, la Shakti original suprema que se halla por encima de los mundos y une la creación con el eterno misterio no manifestado del Supremo. Universal, la Mahashakati cósmica que crea todos los seres y abarca y penetra, sostiene y guía todos estos millones de procesos y fuerzas. Individual, encarna el poder de estos dos vastos modos de existencia, hacen que vivan y que estén próximos a nosotros y media entre la personalidad humana y la Naturaleza divina.

La Shakti original, trascendente y una, la Madre, se alza por encima de todos los mundos llevando en su consciencia eterna al Supremo Divino. Sola, alberga el Poder absoluto y la Presencia inefable; conteniendo o apelando a las Verdades que deben ser manifestadas, las hace descender del Misterio en el que estaban ocultas llevándolas a la luz de su consciencia infinita y otorgándoles una forma de fuerza en su poder omnipotente e ilimitada vida, y un cuerpo en el universo. El Supremo se halla manifestado en ella por y para siempre como el eterno Sachchidananda, manifestado a través de ella en los mundos como la consciencia una y dual de Ishwara-Shakti y el principio dual de Purusha-Prakriti, encarnada por ella en los Mundos y los Planos y los Dioses y sus Energías, y ocupando, gracias a ella, un lugar prominente en todo aquello que existe en los mundos conocidos y en los desconocidos. Todo es su juego con el Supremo; todo es su manifestación en los misterios del Eterno, los milagros del Infinito. Todo es ella, ya que todo es una parte y fragmento de la Consciencia-Fuerza divina. Nada puede haber aquí, o en cualquier otra parte más que lo que ella decida y el Supremo consienta; nada puede tomar forma excepto lo que ella, impulsada por el Supremo, perciba y forme después de transformarlo en semilla de su Ananda creadora.

La Mahashakti, la Madre universal, realiza todo aquello que le es transmitido desde el Supremo mediante su consciencia transcendente y se introduce en los mundos que ella ha creado; su presencia llena y mantiene esos mundos con el espíritu divino y con el deleite y la fuerza divina que todo lo abarca y sin los cuales ellos no podrían existir. Aquello que nosotros llamamos Naturaleza o Prakriti es sólo su aspecto realizador más externo; ella ordena y organiza la armonía de sus fuerzas y procesos, impulsa las operaciones de la Naturaleza y se mueve entre ellas, de una manera secreta o manifiesta, en todo lo que puede ser visto, experimentado o puesto en movimiento de vida. Cada uno de los mundos no es más que un juego de la Mahashakti de este sistema de mundos o universo, que está allí como la Personalidad y el Alma cósmicos de la Madre trascendente. Cada uno de ellos es algo que ella ha visto en su visión, ha guardado en su corazón de belleza y poder y creado en su Ananda.

Sin embargo, hay muchos planos de su creación, muchos niveles de la Divina Shakti. En la cumbre de su manifestación de la cual nosotros formamos parte, hay mundos de existencia, consciencia, fuerza y gozo infinitos sobre los cuales la Madre se alza como el Poder eterno y revelado. En estos planos todos los seres viven y se mueven en una integridad inefable y en una unidad inalterable, ya que ella los lleva en sus brazos, a salvo para siempre. Más próximos a nosotros están los mundos de una perfecta creación supramental en los que la Madre es la Mahashakti supramental, un Poder de divina Voluntad Omnisciente y de Conocimiento omnipotente, siempre presente en sus trabajos incansables y espontáneamente perfectos en todos sus procesos. En esos planos, todos los movimientos son pasos de la Verdad, todos los seres son almas y poderes y cuerpos de la Luz divina; allí todas las experiencias son océanos y corrientes y olas de un intenso y absoluto Ananda. Sin embargo, aquí, donde moramos nosotros, están los mundos de la Ignorancia, mundos de mente y vida y cuerpo cuya consciencia se halla separada de su origen, la tierra es para sus habitantes un centro esencial y su evolución un proceso crucial. La tierra, con toda su oscuridad, luchas e imperfecciones, está sostenida por la Madre Universal y es, asimismo, impulsada y guiada hacia su secreto propósito por la Mahashakti.

La Madre, como la Mahashakti de este triple mundo de Ignorancia, se alza en un plano intermedio entre la Luz supramental, la vida–Verdad, la creación–Verdad que debe ser establecida aquí abajo, y esta jerarquía de planos de consciencia en ascenso y descenso que, como una doble escalera, se funde en la nesciencia de la Materia para ascender de nuevo mediante el florecimiento de la vida del alma y de la mente en la infinitud del Espíritu. Ella decide todo lo que debe estar en este universo y en la evolución terrestre a partir de lo que ve, siente y vierte desde ella misma, se alza por encima de los Dioses y todos sus Poderes y Personalidades se despliegan delante de ella para su acción, envía sus emanaciones a los mundos inferiores para intervenir, gobernar, batallar y conquistar, para guiar y determinar sus ciclos, para dirigir las líneas completas e individuales de sus fuerzas. Estas Emanaciones son las múltiples formas y personalidades divinas adoradas bajo diversos nombres por la humanidad a lo largo de los tiempos. Asimismo, también prepara y moldea, mediante estos Poderes y sus emanaciones, las mentes y los cuerpos de sus Vibhutis, de igual modo que prepara y moldea también las mentes y los cuerpos de las Vibhutis del Ishwara, con el fin de poder manifestar, en el mundo físico y bajo el disfraz de la consciencia humana, algún rayo de su poder y cualidad y presencia. Todas las escenas del juego terrestre han sido determinadas y planeadas como un drama puesto en escena por ella, con los dioses cósmicos como sus ayudantes y ella misma como velado actor.

La Madre no sólo gobierna todo desde arriba, sino que incluso desciende a este triple universo inferior. De una manera impersonal, todas las cosas de este mundo, incluso los movimientos de la Ignorancia, son ella misma en poder velado y son sus creaciones en substancia disminuida, son su cuerpo-Naturaleza y fuerza-Naturaleza, y existen porque, empujada por el misterioso impulso del Supremo para llevar a cabo algo que se hallaba allí en las posibilidades del Infinito, ella ha consentido el gran sacrificio y ha revestido de una máscara al alma y a las formas de la ignorancia. No ha evitado, sin embargo, descender ella misma, personalmente, a la Obscuridad con el fin de guiarla a la Luz, a la Falsedad y el Error para transformarlos en la Verdad, a la Muerte para transformarla en Vida Divina, al dolor de este mundo y su obstinada angustia y tormento con el fin de transformarlos en éxtasis de su sublime Ananda. En su inmenso y profundo amor por sus hijos, ha consentido en cubrirse con el manto de esta oscuridad, ha condescendido en sufrir los ataques y las influencias torturadoras de los poderes de la Oscuridad y de la Falsedad, ha debido pasar a través de los portales del nacimiento que es la muerte, padecer en sí misma los gritos de dolor y angustia y tormento de la creación, ya que sólo de esta manera podía la creación alzarse a la Luz, Gozo, Verdad y Vida eternos. Éste es el gran sacrificio llamado a veces el sacrificio del Purusha, pero, más profundamente, el holocausto de Prakriti, el sacrificio de la Divina Madre.

Cuatro aspectos fundamentales de la Madre, cuatro de sus principales Poderes y Personalidades han destacado en su guía del Universo y en sus relaciones con el juego terrenal. Un aspecto es su personalidad de calma vastedad, de profunda sabiduría, de tranquila benignidad, de compasión ilimitada, de majestad soberana e inconmensurable y de una grandeza que todo lo abarca. Otro aspecto encarna su poder de espléndida fuerza y pasión irresistible, su talante guerrero, su voluntad arrolladora, su rapidez impetuosa y su fuerza capaz de hacer temblar al mundo. El tercero es intenso y dulce y maravilloso en su profundo secreto de belleza y armonía y delicado ritmo, en su opulencia intrincada y sutil, en su atracción irresistible y gracia cautivadora. El cuarto aspecto está dotado de una capacidad profunda y secreta de conocimiento íntimo, de trabajo minucioso y sin mácula y de una perfección tranquila y precisa en todas las cosas. Sabiduría, Fuerza, Armonía, Perfección, son sus diversos atributos, y son estos poderes los que trae a este mundo manifestándose a través del disfraz humano de sus Vibhutis, y que se manifestarán, según el grado divino de su ascensión, en aquellos cuya naturaleza terrenal logre abrirse a la influencia directa y viva de la Madre. A estos cuatro aspectos les asignamos los cuatro majestuosos nombres de Maheshwari, Mahakali, Mahalakshmi, Mahasaraswati.

*
La fe en la Shakti divina debe ser siempre el soporte de nuestra fuerza, y cuando se manifiesta debe ser, o crecer, de una manera absoluta y completa. Nada le es imposible, ya que es el Poder consciente y la Divinidad universal que crea todas las cosas desde la eternidad y está dotada con la omnipotencia del espíritu. Todo el conocimiento, toda la fuerza, todos los logros y victorias, todas las habilidades y obras, están en sus manos plenas de los tesoros del Espíritu y de todas las perfecciones, de todos los siddhis. Ella es Maheshwari, la diosa del conocimiento supremo, y nos aporta su visión sobre toda clase y abundancia de verdades, la rectitud de su voluntad espiritual, la calma y la pasión de su amplitud supramental, la felicidad de su iluminación; ella es Mahakali, diosa de la fuerza suprema, y están con ella todos los poderes y la fuerza espiritual, la austeridad más severa de Tapas y la rapidez en la batalla y la victoria y la risa, aahāsya, que apacigua el fracaso, la muerte y los poderes de la ignorancia; ella es Mahalakshmi, la diosa del amor y felicidad supremos, y sus dones son la gracia del espíritu y el encanto y belleza de Ananda, la protección y todas la bendiciones divinas y humanas: ella es Mahasaraswati, la diosa de la destreza divina y de las obras del Espíritu, y de ella es el Yoga que hace referencia a la destreza en las obras, yoga karmasu kausalam, y los frutos del conocimiento divino y el uso del espíritu en la vida y la felicidad de su bienestar y armonía. Y en todos sus poderes y formas, ella lleva consigo el sentido supremo de las destrezas de la eterna Ishwari, una habilidad rápida y divina para todo tipo de acciones que puedan ser demandadas al instrumento, la unidad, la compasión compartida, una identidad libre, con todas las energías en todos los seres y, por lo tanto, una armonía espontánea y fructífera con toda la voluntad divina en el universo.

*
Si deseáis esta transformación, poneos en manos de la Madre y de sus Poderes sin reparos o resistencias y permitid que Ella realice sin obstáculos su trabajo en vuestro interior. Son necesarias tres cualidades; consciencia, plasticidad, entrega sin reservas. Debéis ser conscientes en vuestra mente y alma y corazón y vida y en las mismas células de vuestro cuerpo, conscientes de la Madre y de sus Poderes y de su trabajo; ya que, aunque ella puede realizar, y realiza, el trabajo en vosotros incluso en la oscuridad y en los momentos y partes inconscientes, cuán diferente puede ser el resultado si permanecéis en una comunión despierta y viva con ella. Toda vuestra naturaleza debe de ser plástica a su toque –sin cuestionar nada, tal y como hace la mente ignorante y autosuficiente que pregunta, duda y discute y se convierte en el enemigo de su iluminación y cambio, sin obstinarse en sus propios movimientos, como hace el vital en el hombre que insiste y de una manera persistente contrapone sus deseos obstinados y su mala voluntad a toda influencia divina, sin obstruir ni apegarse a la incapacidad, inercia y tamas, tal y como la consciencia física del hombre obstruye y, aferrándose a su placer en la mezquindad y la obscuridad, se agita ante cada toque que perturbe su rutina sin alma o su pereza monótona o su aletargado sopor–. La entrega sin reservas de vuestro ser interior y exterior traerá esta plasticidad a todas las partes de vuestra naturaleza; la consciencia se despertará por doquier en vosotros mediante una apertura constante a la Sabiduría y la Luz, la Fuerza, la Armonía y la Belleza, la Perfección que fluye desde lo más alto. Incluso el cuerpo despertará y, por fin, unirá su consciencia, que ya no será subliminal para la Fuerza supramental superconsciente, y sentirá todos sus poderes extendiéndose desde arriba, desde abajo y en torno a su cuerpo y se estremecerá en un Ananda y Amor supremos.

Pero, manteneos en guardia y no intentéis entender y juzgar a la Madre Divina con vuestra pequeña mente terrenal a la que le encanta juzgar todo, incluso aquellas cosas que están más allá de su comprensión, vuestra mente con sus propias normas y reglas, con sus razonamientos estrechos y sus impresiones equivocadas, con su ignorancia agresiva y su conocimiento mezquino y confiado. La mente humana encerrada en la cárcel de su semi–oscuridad no puede seguir la libertad multifacética de los pasos de la Divina Shakti. La rapidez y complejidad de su visión y acción sobrepasan su comprensión confusa; las medidas de sus movimientos no son las de vuestra mente. Ésta, desconcertada por el rápido cambio de las diversas personalidades de Ella, por su creación y destrucción de ritmos, sus aceleraciones de velocidad y sus frenos, sus múltiples maneras de tratar un problema de uno y de otro, el hecho de emprender un camino y más tarde abandonarlo para continuar con otro y por la forma de unirlos todos, por todo esto, la mente humana no podrá reconocer el camino del Poder Supremo mientras está dando vueltas y más vueltas en la espiral ascendente a través del laberinto de la Ignorancia hacia una luz sobrenatural. Abrid vuestra alma a Ella y sentíos felices de sentirla con vuestra naturaleza psíquica y de verla con la visión psíquica ya que sólo ellas pueden responder directamente a la Verdad. Entonces la misma Madre iluminará con sus elementos psíquicos vuestra mente, corazón, vida y consciencia física y les revelará sus modos y su naturaleza.

Evitad, asimismo, el error de la mente ignorante reclamando que el Poder Divino actúe siempre según las nociones burdas y superficiales que poseemos acerca de la omnisciencia y omnipotencia. Nuestra mente exige ser impresionada por el poder milagroso, el éxito fácil y el esplendor deslumbrante; en caso contrario, no percibe ni cree que allí esté el Divino. La Madre trata con la Ignorancia en los ámbitos de la Ignorancia; ha descendido allí. En parte oculta y en parte desvela parcialmente su conocimiento y su poder; a menudo los oculta de sus instrumentos y personalidades y, a continuación, puede transformarlos según la naturaleza de la mente que busca, del psíquico que aspira, del vital que lucha, de la naturaleza psíquica prisionera y afligida. Hay condiciones que han sido determinadas por la Voluntad Suprema, hay nudos enmarañados que deben ser liberados y no se pueden desatar de una manera abrupta. El Asura y el Rakshasa poseen esta naturaleza terrestre evolutiva y hay que combatirlos y conquistarlos en sus propios términos y en sus propios feudos conquistados hace ya mucho tiempo. Lo humano en nosotros ha de ser guiado y preparado para trascender sus límites y es todavía demasiado débil y oscuro para ser elevado de una manera súbita a formas que se hallan mucho más allá de nosotros. La Fuerza y la Consciencia divinas están allí y realizan a cada momento aquello que es necesario en las condiciones del trabajo, realizan siempre el paso ordenado y moldean en medio de la imperfección la perfección que ha de llegar. Sin embargo, sólo cuando la Supermente haya descendido en vosotros, podrá Ella relacionarse de una manera directa tal y como hace la Shakti supramental con las naturalezas supramentales. Seguid a vuestra mente y ésta no reconocerá a la Madre incluso cuando se manifieste delante de vosotros. Seguid a vuestra alma y no a vuestra mente, vuestra alma que responde a la Verdad, no la mente que se deja llevar por las apariencias; confiad en el Poder Divino y ella liberará los elementos divinos en vosotros y convertirá todo en una expresión de la Naturaleza divina.

La transformación supramental es algo decretado e inevitable en la evolución de la consciencia de la tierra, el ascenso hacia lo más elevado no ha finalizado, la mente no es la culminación final. No obstante, con el fin de que este cambio se lleve a término, tome forma y perdure, es indispensable la llamada desde abajo con la voluntad de reconocer y no negar la Luz cuando ésta haga su aparición y es imprescindible el permiso del Supremo desde lo más alto. El poder que media entre el permiso y la llamada es la presencia y el poder de la Madre Divina. El poder de la Madre Divina y no el esfuerzo humano ni ningún tapasya por si solos pueden rasgar el velo y romper la envoltura, pueden dar forma al recipiente y hacer descender a este mundo de obscuridad, falsedad, muerte y sufrimiento, la Verdad y la Luz divinas y la Vida divina y la Ananda de los inmortales.